jueves, 20 de agosto de 2009

Songs my mother taught me (I)

Estaba pensando en escribir sobre mis amores, pero después de pensarlo y recontra re pensarlo, decidí que para escribir sobre lo que es el amor en mi vida era necesario remontarme a lo que supuestamente genera en mi el modelo de mujer. Por ende, esta entrada va a tener que ser dedicada a mi madre.
Pequeño dilema se me presento cuando me di cuenta que aunque madre hay una sola, en mi vida hubo 4 mujeres que yo podía considerar mis madres.
La primera de ellas (que no es mi madre) vendría a ser la madre de Alberto y Viviana (un buen amigo en su momento y su hermana quien fue mi primer gran amor), extraño como funciona la mente que por más que intento no logro recordar como se llama (me pregunto si era que la muerte nos quita la identidad, o el paso de los años sumado a mi memoria de mierda hace que me sea imposible acordarme).
Tengo gratos recuerdos de ella, entre las tardes de mate veraniego escuchando sus consejos, las noches comiendo un locro o esos deliciosos fatay caseros hasta los días que caía en su casa y no estando ninguno de sus hijos, me quedaba con ella charlando en la cocina. No recuerdo si alguna vez ella me dijo algo sobre el tema, pero lo cierto era que yo la sentía tan madre como la mía. Un buen día se sentía descompuesta y se acostó en la cama, un mes después daba su último respiro en una cama de Bahía Blanca en algún hospital cuyo nombre nunca supe. Creo que fue mi primer contacto verdadero con la mortalidad del ser humano, la primera persona cercana que perdí al menos como adulto. Si tengo que pensar en una lección que aprendí de todo esto es que la gente jamás va a escuchar lo que no quiere escuchar. (¿que como lo aprendí? Eso es una historia para otro día).
La segunda persona que podría decir que fue mi madre postiza fue Toti, la madre de Ariel, creo que fue ella quien empezó a decirme hijo, por suerte Toti sigue bien y cada tanto la veo, y aún a pesar de haberme peleado con su hijo (por mi relación con La Señorita X) creo que el cariño quedo intacto de ambos lados y espero que ella como yo, sienta eso mismo cada vez que tenemos oportunidad de cruzar alguna palabra. Toti era una mujer fuerte, grande, de físico, corazón y carácter. Vivía con su hijo en un departamento enfrente a la plaza de la torre tanque en el que solíamos pasar nuestros días con Ariel cuando salíamos del secundario. Recuerdo con cariño y un poco de miedo todavía, el respeto que me despertaba, era como si siempre esperase que después de la sonrisa saliese un cachetazo o una reprimenda por hacer las cosas mal, es loco como en mi memoria esta sentada a la mesa cebando un mate y diciéndome algo, algo que yo sé que marco mi vida y debe haber sido uno de los mejores consejos que recibí en mi vida, lo único que lamento de todo esto es que si bien recuerdo el momento puntual y hasta puedo ver su boca moviéndose en mi mente, no logro por más que trate, recordar que fue lo que dijo.
(continuara)

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