miércoles, 20 de enero de 2010

The Thing That Should Not Be

Hace años perdí a mi primo, de hecho este blog empieza con el relato de esa misma situación y de como me entere que había sucedido.
Hace años perdí a mi primo y gane dolor, mucho dolor, un dolor tan grande que creo que nunca pude poner en palabras, y aún hoy si lo intentase, no podría.
Hace años, perdí un primo, gane dolor gane un vacío muy grande en mi alma.
Hace años perdí a mi primo y gane mucho odio, odio hacia la vida, odio hacia las personas, odio hacia mi mismo por estar vivo.
Es increíble como el odio se arraiga y toma forma, como ocupa prontamente cada pequeño recoveco que le dejamos tener y lo llena mas rápido de lo que podemos darnos cuenta. Quizás por eso el odio sea tan buen negocio, por que esta en la naturaleza humana, tiene que haber algún gen primigenio, algo tan arraigado en nuestra naturaleza desde el principio de los tiempos que nos dé tanta facilidad para odiar.
O quizás sea únicamente que somos haraganes, que el ser humano como la energía, sigue la ruta de menor resistencia.
Es mucho más fácil odiar que amar, es infinitamente mas fácil enojarse y sentirse indignado por que el otro tiene o hace algo que nosotros no podemos o queremos tener que ponernos contentos por esa persona y desearle lo mejor.
Es tan fácil volvernos esclavos de nuestro odio y que rija cada momento de nuestras vidas, por que odiando no te importa nada, por que el odio empieza por uno mismo y de ahí se expande a todos los aspectos de nuestra vida, devorando cada porción de nuestro ser hasta lograr reemplazarnos por una copia igual pero opuesta, un negativo de quienes éramos que se ve a si mismo a un espejo y no se reconoce.
Hace muchos años perdí a mi primo, y gane un legado de amor y compasión, una enseñanza que recién muchos años después tendría sentido.
El amor es el suelo más fértil de todos, la semilla que se planta en el crece. Yo lamentablemente decidí plantar la semilla del odio, y vaya si creció ese odio, creció rápido y fuerte y saludable, creció tanto que si me paraba y miraba el horizonte, no podía ver donde terminaba mi odio y empezaba el mundo, creció sobre esa tierra fértil del amor hasta taparlo casi por completo.
Y ahí es donde aparece en mi vida nuevamente Tomás. Tangencialmente si se quiere, puesto que en persona ya no lo haría nunca más, pero ahí aparece.
En lo peor de mi odio y cuando la vida y la felicidad me parecían algo cada ves mas ajeno y distante, aparece otra parte de su legado, casi como una disculpa aparece alguien que no hubiese aparecido si no fuese por él. Y en medio de esa armadura de odio que cubría mi alma crea una pequeña fractura. No demasiado grande como para darme cuenta en el momento, pero lo suficiente para que exista la duda, le quita a todo ese odio su pureza y casi sin quererlo, empieza el proceso de cambiarlo y destruirlo, de dejarlo ir.
No culpo a Tomás por el camino que elegí para los años subsiguientes de mi vida, nunca lo hice y jamás lo voy a hacer, yo me encontraba en un camino marcado que indefectiblemente iba a terminar donde terminé, lo único que hizo toda esta situación fue precipitar el desenlace.
Creo que fue mejor de esta manera por que ese odio estaba ahí, y iba a seguir estándolo. Así aprendí a verlo claramente, a reconocerlo y expresarlo, a dejarlo ir.
Hace muchos años perdí a mi primo pero salí ganando, por que gané la opción de elegir. Y hoy, años después escribo esto recordando mi vida con amor, hoy no siento odio por que puedo elegir, por que ya sé a donde lleva el camino fácil, por que sé que el odio no va a ningún lado y yo si quiero ir, quiero vivir mi vida y disfrutarla, quiero ser feliz, quiero ser lo que debería ser. Y no pienso conformarme con menos.

Gracias donde sea que estés.

martes, 19 de enero de 2010

Sitting on the dock of the bay

Creo que las vacaciones son una época compleja del año, se viene el solcito y empezamos a pensar en la playa y en al fin descansar de toda la mierda que vivimos en nuestro día a día laboral (el que te dice que ama su trabajo y que jamás se tiene que fumar altísimos disgustos es un hipócrita, NADIE ama trabajar, solo que algunos lo disimulan mejor que otros).
El gran problema con las vacaciones es que jamás son suficientes, el ser humano es sedentario por crianza (que no por naturaleza, eso te lo hacen creer nomás) y cuando más se acostumbra a estar lagarteando al sol, mejor lo pasa. Así es como al inicio de las vacaciones la idea de no tener una mierda para hacer mas que buscar pelusa en el ombligo y tomar sol nos parece intolerable, para la primer semana de hacer esto, no podemos entender como dedicamos nuestra vida a alguna otra cosa que no sea esto todo el año.
Hay como en todo en la vida, diferentes tipos de personas, están los superados que dicen que se toman vacaciones pero "no las precisan" mientras la línea de la calvicie avanza a pasos agigantados en su cabeza a causa del stress que están teniendo y ya alguno de sus ojos empieza a moverse de manera sospechosa denotando el principio de un quiebre sicótico.
El que vive de vacaciones todo el año y cuando todos están al pedo tomando sol, se pone a trabajar de algo que se caga de calor como un perro y le pagan dos monedas para después justificar que se paso todo el año pelotudeando.
Esta el que tiene 4 hijos y las vacaciones son una tortura estresante peor que el resto del año y ya se ve en mar del plata en un departamento para 2 personas alquilado por quincena todos abarrotados con su mujer sus hijos y la suegra que se le coló de prepo, que cuando le decís "vacaciones" se larga a llorar.
También están los tipos como yo, trabajamos moderadamente, la vida no nos estresa demasiado pero las vacaciones nos gustan, disfrutamos ampliamente el tirarse a tomar sol y quedarse inmóviles cual lagartija, un poco de playa, la joda y los amigos y vivir comiendo esos tan lejanos asados que son moneda común en el pueblo del que venimos.
Obviamente, después de un 2009 bastante movidito y con sus altos y bajos, la señorita vida decidió que ese año había sido demasiado bueno para mi y con el fin de año ya en puerta y viendo que ya no le quedaba tiempo para joderme y arruinarme un poco la vida, aunque sea me iba a joder las vacaciones. Así es como el bendito 22 de diciembre, Rogelio, quien era mi compañero y el antiguo encargado de sistemas de esta oficina, decidió presentar la renuncia, dejándome monumentalmente ensartado y condicionando mis vacaciones a lo que mi jefe dicte que la oficina puede funcionar sin mi presencia.
Después de mucho negociar y muchas vueltas, finalmente mi tiempo de vacaciones se acordó en unos chotos 15 días incluyendo las fiestas y la primera semana de enero, época en la que ABSOLUTAMENTE NADIE estaba de vacaciones. Eso obviamente no evito que me divierta, salga bastante y aproveche para engordar unos 4 kilos en 15 días a fuerza de asado, fernet y cerveza.
El día 11 de enero a las 0:40 comencé mi viaje de regreso a la ciudad de la plata, y mientras me hundía en la butaca del Jetmar que me iba a transportar durante algunas horas los 500km que separan Tres Arroyos de mi actual hogar me entregue al sueño.
Pasadas unas tres horas de viaje me desperté, la gente alrededor mío estaba alterada, el micro detenido y había una atmósfera pesada y hostil. Después de preguntarle a una señora que tenia cara de que le habían asesinado al perrito mientras orinaban en la tumba de sus hijos que era lo que pasaba, me entere que el micro se había roto y que estábamos esperando que vengan otros micros para empezar a traspasarnos a medida que se pueda.
Sabiendo que nada que yo hiciese iba a cambiar la situación o a hacer que el tiempo transcurriera mas rápido, sencillamente busque en el playlist del teléfono algunos lindos temas y me puse cómodo en el asiento a escuchar música mientras observaba la gente y los minutos pasaban. Una hora mas tarde, apenas quedábamos unas 9 personas sobre el micro y un par de señoras que obviamente se sentían algún tipo de privilegiadas de la vida ya estaban haciendo ademanes y refunfuñando más de lo que se adivinaba saludable. En ese momento, el chofer del colectivo subió a decirnos algo.
"...poder arreglar, y el próximo micro a La Plata recién pasa en unas 2 horas, así que los vamos a pasar a uno con destino a Retiro y de ahí la compañía va a enviar una combi a buscarlos para que los traslade a la Plata" llegue a escuchar cuando baje el volumen lo suficiente para dejar que ruidos del exterior entren en mis oídos.
Mientras el buen señor chofer hablaba, las señoras oligarcas quejosas iban cambiando su semblante de interés a indignación y ya para el final de la frase, no se tenían en sí para poner el grito en el cielo, cosa que hicieron casi sin dejarlo terminar al chofer.
Dos filas de asientos mas atrás yo veía toda la escena como si se tratase de una película escuchando al magnifico Otis Redding cantando mientras el chofer era vapuleado sin sentido y tratado para la mierda por estas señoras que son tan importantes y tienen taaantos compromisos en la Plata que si llegaban dos horas tarde la vida se les acababa.
Lo mejor de todo fue cuando intentaron sumarnos a los otros pasajeros al maltrato del pobre chofer que nada tenia que ver con que el micro se rompiese y mirándome fijo una de ellas me dijo "¡esto es inaceptable, vamos a llegar como a las 12 del mediodía a La Plata!". La mire unos dos segundos meditando que respuesta darle, si decirle que era una desubicada, que el pobre chofer no tenia la culpa, seguirle la corriente y reírme con su desubicada actuación o sencillamente no contestarle. En mis oídos sonaba la muy tranquila Sitting on the dock of the bay y no pude evitar sentirme identificado con la letra en ese momento, sentado en un asiento en un micro detenido en el medio de la nada viendo la gente moverse mientras pasaban las horas.
Finalmente la mire fijo y abriendo los ojos con una cara de pelotudo bien ensayada le dije "Yo la verdad que no tengo ningún apuro por volver a la oficina, de hecho esto me queda cómodo, ¿por que no disfruta de las horas extras de vacaciones que le están regalando?".
Creo que la señora esa me dijo algo para intentar contestarme, yo sencillamente subí el volumen de la música y me volví a recostar en el asiento. El chofer no pudo evitarlo y sonrió. La otra mujer importante lo vio y eso termino de completarles la noche, ahora tenían razón para quejarse y encima el chofer se burlaba...