viernes, 29 de mayo de 2009

Sunday Bloody Sunday


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Peter era un tipo grandote, pero grandote en serio, debía andar pesando unos ciento y algo de kilos y medía cerca de un metro ochenta, era un tipo jocoso, de risa rápida y un sentido del humor dudoso que a veces rozaba lo perverso. Su hermano Alberto, casi diría que todo lo opuesto, flaco, osco, casi falto de palabras, sacarle una sonrisa era algo difícil pero era un muy buen tipo. Lautaro, MI AMIGO Lautaro, era todavía en esa época una persona bastante regordeta, grandote de físico, con el pelo largo, un look que hacia reminiscencia a un cantante de Trash Metal y con la sonrisa de un niño, Juan (el enano), era así, enano, hiperactivo, sonriente todo el tiempo y siempre dispuesto a largar una risotada bien larga en cualquier momento. Martín era alto, MUY ALTO, debía medir cerca de dos metros, un tipo pulcro, súper ordenado y con una obsesión total con el orden de las cosas.
Ese domingo, como todos los domingos, habíamos repetido la rutina religiosa que se cumplía a rajatabla, fútbol entre amigos en el parque, salir, ducharse y reunirse en la parrilla “El Abuelo”, con el tiempo y por razones de practicidad, ya no nos repartíamos cada uno a su casa, sino que llevábamos una mochila con un cambio de ropa y el que tenia lugar prestaba la casa para que nos duchemos rápidamente.
Ese domingo, habíamos ido con Lautaro a la casa de Peter y Alberto después del fútbol, debían de ser las 20:30 y ya sentados en la parrilla, esperábamos la llegada de Martín y Juan entre charlas, un buen vaso de tinto y algún antipasto de entrada.
Llevaríamos ya una hora de espera, cuando impecable como siempre, llegó finalmente Martín a bordo de su fiat 600, se sentó a la mesa y lo que hasta ese momento venia siendo un perfecto domingo de amigos termino transformándose en un día que no voy a olvidar mientras viva.
-“Che Camilo, te andan buscando por la radio creo” fueron las primeras palabras que dijo.
-“¿A mi? ¿Pero estás seguro?” fue mi contestación inmediata mientras levantaba el vaso de vino y lo miraba con cara de no entiendo una sota.
-“y… mira, muchos Camilo S. no conozco, calculo que debes ser vos”
-“Hmmm, mierda, bueno gentes, me voy hasta casa, no se que carajo habrá pasado” dije a la vez que me levantaba y empezaba a agarrar la campera.
Martín, como todo buen amigo, se ofreció a llevarme en el auto, en el camino a mi casa la cabeza me iba a mil, que carajo podría haber pasado para que me anden buscando por radio, ninguna razón valida se me ocurría y en las ocho cuadras que recorrimos en el fitito, en mi cabeza se formularon mil hipótesis distintas, ninguna de las cuales siquiera se aproximaba a lo que iba a escuchar cuando llegase.
Ni bien puse la llave en la puerta, mi hermano Ariel abrió la puerta de casa.
-“¿Donde estabas? No te podíamos ubicar!” dijo secamente.
-“¿Que pasó?” fue lo que atine a preguntar casi teniendo miedo de la respuesta.
-“Tomás se pego un tiro” fue la respuesta que se escucho del otro lado y yo ya en ese momento, deje de escuchar.

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