lunes, 12 de octubre de 2015

Surrender or die

Primera venida a La Plata. Unos escasos 20 años vividos, y una crisis existencial continuada.
Aún hoy no termino de entender lo que el suicidio de Tomás le provocó a mi vida. Ese jugueteo con la muerte tan temprano, ese tener que preocuparse por otras cosas y saber que la vida no es tan fácil ni tan segura como creemos. Esa sensación de perdida infinita y entender que hay ciertos vacios que nunca van a volver a llenarse.
Así que ahi estaba, tratando de llenar ese vacio con lo que me cruzaba en la vida. Montando una cosa sobre la otra sobre la otra, armando esa pila de sin-sentido solo para tratar de mirar y no ver el hueco que habia quedado. El problema con amontonar cosas sin sentido. Es que eventualmente la torre se cae, y cuando más y más apilamos, más ruido hace al caerse.
Y ahí promediando el fin del primer año de estar en la plata, mi vida se vino en picada.
Ya habia dejado la carrera, y trabaja en un par de cybers (eran unos lugares donde tenias varias computadoras y se alquilaban por hora, para que la gente las use, previo a la masificacion de internet y las computadoras en cada casa o los smartphones) . Mi vida se dividia entre dormir, trabajar algunas horas, jugar MUCHO a los juegos online y fumar (MUCHO). Pelo largo, campera de cuero, algo así como una barba adolescente y un par de collares y pulseras de tachas. De miercoles a domingo, flamingo's (un bar de rock que justo abrieron a una cuadra de donde vivia). Excesos de alcohol y poco sueño. Y un ciclo que se volvía cada vez más de excesos y noche y menos de vida y preocuparme por mi. Era común que vaya a trabajar sin dormir casi. O con unas pocas horas de sueño encima y ni siquiera una ducha para sacarme el olor a alcohol, sexo y cigarrillo de la noche anterior.
Así aguante dos meses creo, quizás tres.
Hasta que una noche, bah, una mañana...
Me desperté en la cama de R. la noche anterior habia sido como otras tantas con ella, loca, llena de alcohol y algo violenta. Me desperté y me di cuenta que no podía levantarme, que entraba a trabajar en una hora y no podía juntar en mi cuerpo suficiente voluntad para salir de esa cama, recorrer las cuadras que me separaban de la parada de micros y sentarme las 8 horas que tenía que sentarme en la silla del cyber.
Se lo dije a R. y me miro un segundo en silencio. Y me dijo que me levante, fuimos a la cocina y me preparó un café. Feo y quemado, pero cualquier cosa era lo mismo, mi cuerpo estaba cansado y mi nivel de exigencia estaba bastante bajo.
R. practicaba boxeo, no era boxeadora, pero su deporte elegido para mantenerse en forma, era boxeo. Eso hacía que su cuerpo sea grande, musculoso, lindo de una manera casi animal. Era una mujer fuerte, casi intimidante. Y tenía una derecha que dolía (así la conocí, recibi un derechazo por error de su parte). Sentado a la mesa con el café enfrente mio y mis ojos apenas abiertos, R. abrio el placard, saco un plato tapado con otro, y enfrente mio los abrio.
El plato era de esos tipo de ceramica, de color anaranjado (ladrillo creo que se llama). Y al sacar la tapa, pude ver adelante mio, dos rayas blancas perfectamente alineadas, separadas una de otra por unos pocos centimetros.
R. agarro un billete, lo enrollo como un tubito, y con un movimiento rapido inhalo una de las rayas de principio a fin.
Despues me miró y me acerco el plato y el rollito. y me dijo "tomá, te vas a despertar. yo me voy a la ducha".
Y así me encontré sentado a la mesa, dormido, con el cafe enfirandose enfrente y un platito, con una sola linea blanca enfrente mio. Y me tentó. por primera vez en mi vida, la merca me tentó. La miré y pensé que era facil, que era solo una vez, unos segundos, que seguro se sentía bien, que me iba a sentir yo bien, que no era tan terrible. Mi mano se movio despacio, agarre el rollito, era un billete de 5$. Lo miré, lo acerque al plato y ensaye mentalmente el movimiento.
Cuando R. salío de la ducha me metí al baño y me lavé la cara. Pasé un rato mirandome al espejo y salí sintiendome bien. Fui a la pieza. Le di un beso grande, sincero. Un beso de gracias y le dije que me tenía que ir. Que me abría solo la puerta.
Salí caminando al trabajo decidido, con una claridad mental que no sentía en mucho mucho tiempo, de repente, todo estaba claro, el camino se había terminado.
Cuando R. volvio a su cocina se encontro una taza de café a medio tomar, y un plato naranja (color ladrillo creo que se llama). En el plato había tirado un billete de 5$ perdiendo su forma de rollito de a poco, y una sola e intacta linea blanca lo cruzaba. Nunca nos volvimos a ver.

No hay comentarios:

Publicar un comentario