sábado, 18 de diciembre de 2010

Unchain the Night

La noche tiene algo muy atractivo, es como si en ese silencio, esa ausencia de luz y ese cambio de astros en el cielo también cambiasen a las personas. Más de una vez me paso de cruzarme con alguien de noche y sentir que era otra persona, y no en la noche del boliche, con el alcohol y la fiesta y las horas avanzadas, sino en la noche más común, de una vuelta a la plaza, de sacar a pasear a las perras. La noche es rara para con la gente, y la gente, es rara para con la noche. Los hay quienes sonrientes e intranquilos de día, al caer el sol se transforman en apenas unos cascarones grises, que caminan por la vida cual zombi arrastrando un píe después del otro. También están del otro lado, los que no están vivos si no es de noche, o los que viven de noche únicamente.
La noche es todo aquello que se desconoce, es el tiempo de las brujas y de los espíritus, cuando la gente se hace chica, la voluntad se hace débil y la tristeza y el miedo se hacen grandes.
La noche tiene algo que te seduce, que te llama, tiene ese canto de sirena que sabes que te lleva a hundir el barco, pero seguís por ese camino igualmente, por que como el canto de las sirenas, es demasiado lindo para poder resistirlo.
Ya a esta altura había dejado la carrera y me encontraba trabajando en el cyber y haciendo algunas changas para ganar un poco más de plata. Flamingo's era el lugar para salir y Lucio (mi amigo Lucio) era siempre el que me hacia la segunda.
Yo había estado ahí el día (la noche mejor dicho) que Flamingo's abrió, terminamos esa noche unos 10 gatos locos, sentados con uno de los dueños tomando cerveza y charlando de las esperanzas que tenían para el lugar, humilde, pero con un detalle importante. Era un bar de ROCK, no de cumbia, no de marcha, no de NADA que no fuese ROCK. Era el paraíso de la buena música en la ciudad, y como tal, no tardo en volverse un lugar popular. Yo había estado la primera noche con esas 10 personas, y había estado al fin de semana siguiente, y al otro. Estuve cuando éramos 50, cuando éramos 100, cuando no se podía caminar de la cantidad insoportable de gente que había adentro. Era amigo de los dueños, del DJ y de la mayoría de la gente que iba. Mis noches muchas veces empezaban en ese lugar, y mis días también, desayunando pizza que hacíamos a las 9 AM mientras se cerraba la caja y se reponían los freezers para dejarlo listo para el otro día.
Flamingo's tenía 4 dueños, todos ellos de Loberia. 3 de ellos, habían estado siempre, y ya todos los conocían, el 4to... ese era un misterio, no recuerdo si lo conocí en algún momento. CREO nunca haberlo visto pasar por el boliche siquiera.
Una noche, de las tantas noches de verano calurosas en la ciudad, yo como siempre dando vueltas por atrás de la barra y charlando con los chicos hasta que el lugar se vaciaba un poco y del otro lado se podía caminar, Nachito, cansado de los mangazos de los clientes. Me miró fijo, esas miradas que no precisas más que hacerlas para que el otro te entienda. Y cuando se dio vuelta le dijo al flaco que le pedía la cerveza gratis.
"No puedo dártela, hoy no elijo yo, ves ese flaco, se llama Camilo, es el 4to dueño de acá, si el te autoriza, yo con gusto".
A partir de esa noche y durante meses, hasta que me volví a Tres Arroyos, la noche fue mía.

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